
La gente del pueblo Moulton Bay decía que había algo sobrenatural en Alexander Claybourne. Algunas personas murmuraban eso porque con su oscuridad, sus notables rasgos y sus hipnotizantes ojos, el seductor extraño parecía todo un vampiro. Ellos nunca se imaginarían cuán cerca de la verdad estaban… o que después de más de doscientos años de resistirse a la tentación, Claybourne había encontrado a una mujer que debía poseer.
Kara Crawford nunca se asustó de la supersticiosa sabiduría popular y se rió de las habladurías de los vecinos acerca de criaturas que acechaban en la oscuridad.¿Qué daño podría provocar el ser amigable con el atractivo desconocido de cautivante mirada en sus ojos del color de la medianoche? Sin importar qué oscuros secretos escondiera Alexander, Kara se sentía atraída hacia él, forzada a unirse a él bajo la plateada luz de la luna donde ellos compartirían su amor…
En cuatrocientos años, Rayven nunca ha conocido a una mujer como Rhianna McLeod. Ella es una visión de luz y calor, todo lo que él no es... ni puede ser. Condenado a vivir para siempre en la oscuridad y la soledad, él conoce demasiado bien todos los riesgos de estar cerca de ella, tiene hambre de ella con una intensa pasión que se ha jurado no permitirse sentir nunca.
El padre de Rhianna la vende a Rayven para poder llevar comida a su mesa... así que no tiene más opción más que ir con el oscuro desconocido. Para su sorpresa, él le da todo lo que ella quiere: la ropa más fina, educación y el manejo del castillo... es decir, todo menos su contacto. Aunque ella percibe el peligro bajo sus manera suave de hablar y a pesar de que el propio Rayven le advierte que se mantenga lejos, se siente atraída por esta criatura de la noche, y lo ama como no puede amar a otro.
El padre de Rhianna la vende a Rayven para poder llevar comida a su mesa... así que no tiene más opción más que ir con el oscuro desconocido. Para su sorpresa, él le da todo lo que ella quiere: la ropa más fina, educación y el manejo del castillo... es decir, todo menos su contacto. Aunque ella percibe el peligro bajo sus manera suave de hablar y a pesar de que el propio Rayven le advierte que se mantenga lejos, se siente atraída por esta criatura de la noche, y lo ama como no puede amar a otro.
Limitado por cadenas de plata, el vampiro ha dormido por cientos de años, encerrado en un mundo de dolor y hambre, hasta que la seductora fragancia de la sangre de una mujer le hace volver a su voraz vida.
Excitada por la visión del encadenado vampiro de feria, tropezá en la tienda hacia los brazos del hombre más sorprendente que jamás había visto. Hipnotizada por su abrazo sobrenatural, ella le cree cuando él le jura que lo único que desea beber de ella son sus besos.
Perdido en las tinieblas, Grigori encontrá un nuevo sustento en la luz del amor de Marisa, y un nuevo propósito en su vida. Sólo él podía protegerla del mal que acechaba en la noche. Ahora, hambriento de sus agridulces caricias, él le hace la solemne promesa de enseñarle que no todos los no muertos son monstruos, y que en algún lugar entre el blanco y el negro de la perdición, se encuentra el infinito.
Excitada por la visión del encadenado vampiro de feria, tropezá en la tienda hacia los brazos del hombre más sorprendente que jamás había visto. Hipnotizada por su abrazo sobrenatural, ella le cree cuando él le jura que lo único que desea beber de ella son sus besos.
Perdido en las tinieblas, Grigori encontrá un nuevo sustento en la luz del amor de Marisa, y un nuevo propósito en su vida. Sólo él podía protegerla del mal que acechaba en la noche. Ahora, hambriento de sus agridulces caricias, él le hace la solemne promesa de enseñarle que no todos los no muertos son monstruos, y que en algún lugar entre el blanco y el negro de la perdición, se encuentra el infinito.

El beso de la noche nos ubica en el mundo moderno, donde la seductora inocencia de Brenna consigue hechizar a un solitario vampiro, hasta el punto de hacerlo olvidar el peligro que los rodea: un siniestro hechicero que conoce la existencia de ambos y no parará hasta destruirlos.
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